domingo, 29 de julio de 2012

Tenemos que ir a otro modelo residencial



Tenemos que ir a otro modelo residencial


El punto de partida es el reconocimiento de que el actual modelo de residencias en Catalunya y el estado Español no responde a los deseos de las personas que se ven obligados a residir en ellos, ni posibilita un trabajo de mejora de la calidad de vida de las mismas.
          Las personas con diversidad funcional (o sus familias) acuden a las residencias cuando no queda más remedio, pero son lugares no deseados ya que la administración tampoco da otras alternativas: o lo tomas o lo dejas.
         Esta percepción tiene que ver, en gran parte, con cómo son hoy en día los servicios residenciales. En general, casi no se construyen residencias públicas. En su lugar, se siguen construyendo y organizando mal las residencias de iniciativa social (pero concertadas): centros pequeños de elevada capacidad, que funcionan a modo de instituciones donde las normas no se acomodan a la ley; se aplica una atención uniforme a usuarios con problemas muy distintos; no se respeta la privacidad de los residentes; la organización de la atención está centrada en el procedimiento que priman sobre la atención personalizada y la libertad personal, etcétera. Las costumbres y los deseos de las personas son sistemáticamente anuladas.
            Levantarse y acostarse a una misma hora (habitualmente muy pronto), compartir una misma habitación, tener reducida su libertad para hacer lo que uno quiere (por falta de espacio de personal y mala preparación, o por el argumento de su seguridad, son dificultades cotidianas que caracterizan nuestras residencias, independientemente de que cumplan o no con los metros que exige la departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña.
            Habría que conocer el debate de redefinición del sistema residencial que se inició en otros países hace años. Es necesario tener en cuenta algunas experiencias internacionales y determinar sus particularidades. A este respeto, sería bueno fijarse en los casos de Suecia, Dinamarca, Alemania, Francia y Gran Bretaña, que pueden ser aplicables –y muy útiles— en todo el estado español y sus autonomías. En los países nórdicos hace años que, al ofrecer otras posibilidades  hubo que cerrar paulatinamente las residencias, que hoy son inexistentes o totalmente residuales).
            El sistema residencial basado en residencias está condenado a desaparecer por considerar que no resulta adecuado para atender a las personas con discapacidad o mayores favoreciendo su calidad de vida. La apuesta en países nórdicos para las personas con discapacidad y mayores que necesitan cuidados y tienen que dejar su hogar, se dirige hacia lo que se viene denominando alojamientos con apoyos (apartamentos con servicios o pequeñas unidades de convivencia para las personas con dependencia severa y deterioro cognitivo), donde además de prestar cuidados y servicios de atención personal se garantiza la privacidad, la independencia, y el que la persona, independientemente de su grado de deterioro, pueda seguir con sus costumbres, con su ritmo de vida, cumpliendo sus deseos, y en la medida de sus capacidades, ejerciendo el control de su propia vida.
            Esta política parece la más adecuada para el futuro de nuestro país. Ojalá nuestro gobierno sentase las bases para un modelo de calidad en los centros de alojamiento para personas con discapacidad y mayores, de modo que éstos estén orientados realmente a las personas que en ellos viven.
            Hay algunas cuestiones que han que poner en el centro de los debates. Por ejemplo, alternativas de alojamiento donde la privacidad, la elección sobre cuestiones básicas de la vida diaria (a qué hora me levanto o me acuesto, cómo se me atiende, qué quiero hacer hoy, con quién voy a estar o no estar) sean lo más flexibles posibles. Por ejemplo, lugares de continuidad de vida propia integrados en la comunidad, donde las familias y allegados tengan espacio y papel. Por ejemplo, que en residente sea el dueño de su habitación y de todo lo que hay en ella. El reto no es sencillo: se trata de ofrecer un marco que permita conjugar calidad (pero calidad pensada desde la persona y no para la organización) con sostenibilidad de los recursos.
            Resistencias al cambio existen. Pero que nadie lo dude: este camino habrá de recorrerse, quieran o no. Necesitamos mirar a Europa. Ahora es el momento del tránsito hacia otro modelo residencial. Es el momento de no conformarnos con lo que ya existe. Pensando en las personas y pensando con las personas.
Nuestra finalidad es vivir como en casa. Para ello hay que definir un nuevo modelo de atención residencial: éste es el reto.

Jesús Córdoba García 
Humillados y Ofendidos (Diversidad Funcional)

Publicado, con cambios, el 21 de marzo de 2012.


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