viernes, 13 de abril de 2012

SI YO FUERA UN GRAN LETRADO (V)


El horario y los derechos humanos



En la comprobación por los miembros de Inspección del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña de los hechos que motivaron nuestra queja, se anota en el noveno párrafo:

Cal tenir en compte que en una institución s’ha de respectar unes normes i uns horaris, per tal de garantir el bon funcionament i organització del centre; altrament, seria impossible mantener un ordre.

¡Caray! El párrafo termina con toques apocalípticos, anunciadores de tormentas: «seria imposible mantener el orden». Así, sin más. Bueno, de entrada, no nos parece el lenguaje más adecuado a la jefa del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar Social y Familia de la Generalitat de Cataluña, ni tampoco a sus inspectores. La verdad, esperábamos un vocabulario mucho más dialogante y amable, y no un grito extemporáneo, que más se parece al del Ministro del Interior dando explicaciones después de que sus antidisturbios hayan descalabrado la cabeza a un puñado de manifestantes pacíficos.
            El problema es que todo el parrafito parece que está escrito con la misma filosofía. Se afirma que «unas normas y unos horarios» son necesarios con el fin de «garantizar el buen funcionamiento y organización del centre». Pero esto no sucedía con los dos directores anteriores. Sólo empezó a pasar con la llegada de la nueva Directora Técnica del Centre. Con los dos directores anteriores había suficiente con advertir que uno vendría más tarde a cenar, y se lo guardaban.
            Pero esto ha cambiado. Los horarios son los mismos, pero si no estás a la hora, no comes. Bueno: no comen algunos. Por ejemplo, si van a hacer teatro amateur, no pasa nada; si van al cine en grupo, no pasa nada.
Pero sí tienen que ir a la única sesión de la Filmoteca de la Generalitat, entonces se queda sin cena, porque entonces «seria imposible mantener el orden». O si uno está impartiendo catequesis en Sant Adrián. O si uno tiene una reunión de su tendencia política, del colectivo de redacción de una revista o de un festival de cine. Éstas, por cierto, pueden ser antes o a la hora de comer, pero en cualquier caso, es imposible asistir a la comida, porque el esfuerzo que hay que hacer para llegar a tiempo, te quita las ganas de comer.
Por supuesto, que a unos se les permita –organizando la salida el propio centro— y a otros no, constituye un agravio comparativo, que puede ser denunciado al Sindic de Greuges tanto la Directora Técnica del Centro, la Junta Directiva y, por supuesto, el Servicio de Inspección y Registro al permitir que esto pase.
Los horarios eran los que eran, y en cambio, durante años, se podía comer cuando uno podía llegar. Hacer cosas fuera era incluso incentivado y favorecido. Esto cambió con la llegada de la actual Directora Técnica, que a falta de otros atributos, impuso el horario –aunque no para todos— como medio de hacerse respetar… olvidando que el respeto se ha de conseguir, pero no se puede imponer. El triunfo del ordeno y mando es el fracaso clamoroso de toda una línea de dirección.
Lo que está en juego es el predominio de los horarios de la directora técnica sobre los derechos humanos de los residentes, como señalábamos ya en la demanda. En el decreto 318/2006 de los servicios de acogida residencial pera personas con discapacidad, se incluye el artículo 9, que es el artículo final, dedicado a las «actuaciones complementarias a los servicios de acogida residencial», en el que se lee lo siguiente:
La Administración de la Generalidad, como complemento de los servicios de acogida residencial para personas con discapacidad definidos en este Decreto, promoverá los servicios y los programas dirigidos a posibilitar que las personas con discapacidad puedan llevar una vida autónoma e independiente. (Subrayado nuestro.)
Si la Generalitat «promoverá los servicios y los programas dirigidos a posibilitar que las personas con discapacidad puedan llevar una vida autónoma e independiente», es totalmente gratuito anteponer una disposición aleatoria (el horario) al predominio efectivo de tales derechos, que –en este caso— simplemente consiste en guardar la cena a quienes lo pidan, en función de su vida social o la riqueza de su ocio: el hombre es rico solamente cuando lo son sus actividades y sus relaciones.
Hasta 2007, así se hizo en AFAP, y  fue perfectamente fácil «mantener el orden». Fue con la entrada de la nueva Directora Técnica del Centro que el ocio y el compromiso social de algunos residentes se consideró que podía hacer «imposible mantener el orden»… aunque continuó inalterado para otros, estando la contradicción a la vista de todos los residentes.
Pero coartar este ejercicio significa oponerse a las recomendaciones de la Generalitat para consigo misma (y, por lo tanto, para el servicio de inspección). En vez de «una vida autónoma e independiente» lo que se garantiza en la residencia AFAP es la sumisión a la dirección y la junta, como si fueran las instancias máximas de un ordenamiento democrático.
Hace años, se sabía que AFAP era un servicio residencial anómalo. Había gran variedad de residentes con enfermedades muy diferentes –y también niveles muy distintos de educación— en un mismo centro, lo que en ocasiones podía ocasionar problemas.
Esto lo sabían en Inspección y Registro, lo sabían en los Servicios Territoriales de Barcelona, e incluso lo sabía el director de AFAP, Albert Vide y su equipo de monitores. Lo que hasta entonces era evidente, dejó de serlo cuando entro la nueva Directora Técnica del Centro, para quién todos los residentes eran iguales, sí, pero sólo en su falta de derechos.
Ahora, con la puesta en funcionamiento de la Residencia Mª Teresa Serra, esa polivalencia se ha acentuado aún más, pero la política de dirección ha acentuado también su nivelación por abajo en materia de derechos, lo que sólo puede traer desagradables consecuencias. Desagradables consecuencias que, entonces sí —como dicen los del Servicio de Inspección y Registro del departamento de Bienestar y Familia—, podrían hacer «imposible mantener el orden» y hacer imposible, además, mantener a los actuales responsables en sus cargos.
…pero, yo no pasé de escribiente, pasante o meritorio.


Josep Torrell
Humillados y ofendidos,
residentes de AFAP

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